A raiz de los comentarios en el post anterior de Merce y Abi os dejo unas fotos más del lugar y os cuento la anécdota que me ocurrió en el lugar.
Se trata de la ermita de San Adrían de Sasabe, románico aragonés del siglo XI, a unos 20 km de Jaca (Huesca), rescatada del pasado verano en mis vacaciones por el Pirineo. Situada en el fondo de un precioso valle y alejada un tanto de la carretera.
El acceso a vehículos estaba cortado, y se accede a pie a pocos metros de la carretera. Recuerdo que me salté el desvio que te dejaba apenas a 200 metros, y más abajo encontré un indicador con una ruta PR (senderos de pequeño recorrido) que llevaba hasta allí en un par de km. El caso es que como el escaso espacio para aparcar los coches estaba ocupado por otros visitantes vi que al lado había un prado y en la entrada unos postes y una cadena para cerrar el paso, pero que estaba suelta en el suelo, así que yo tan iluso entro con el coche, aparco, y andando hacia la ermita.
La faena fue a la vuelta cuando veo que la cadena estaba atada a los postes con un candado. El careto que debí poner poco debía distar del de un cadaver, que resucitó cuando al llegar al lado vi que uno de los postes estaba suelto, arrancado sin duda por algún otro turista incauto. Así que tras salir y dejar el asunto de la puerta como estaba pude continuar mi periplo.
Moraleja: Si una puerta está abierta, recuerda que igualmente puede estar cerrada
De la ermita en sí, decir que es de una sola planta, rectangular, y sin decoración en su interior (el románico no se caracteriza por los adornos en sus construcciones).
De la ermita en sí, decir que es de una sola planta, rectangular, y sin decoración en su interior (el románico no se caracteriza por los adornos en sus construcciones).
Lo que más me llamó la atención del lugar, es que uno de los visitantes bastante entendido en historia del arte por lo que iba explicando al grupo que le acompañaba, una de las características que mencionó es la acústica tan lograda que manejaban los constructores de la época.
Ni corto ni perezoso, empezó un canto gregoriano en latín (por lo que deduje que era fraile o persona de la iglesia, la policía no somos tontos) y los allí presentes quedamos boquiabiertos ante la sonoridad del recinto, pequeño, pero que alcanzaba unos decibelios que ni el mejor equipo de altavoces moderno.